BLANCO Y NEGRO Si el mundo fuera a blanco y negro yo sería gris.
Todo perdió color y aunque parezca no tener sentido el blanco y el negro se habían apoderado del mundo de tal manera que todos los colores habían decidido abandonar la tierra y crear un mundo sin blanco ni negro.
Yo por mi parte había decidido con ferviente deseo hacerle la guerra al blanco y al negro y por lo tanto ser gris y aunque mi color favorito siempre fue el azul preferí dejarlo a un lado para que no fuera a ser dañado; pues a pesar de quererlo tanto mi posición política, religiosa, cultural y demás que requieran ponerse de un lado o del otro siempre había sido gris.
Y aunque parecía no haber esperanzas de recuperar en la tierra algún día el color y todo indicaba que estábamos condenados a regresar a los tiempos en que todo era bueno y malo; claro y oscuro, derecho e izquierdo, hombre y mujer, día y noche, blanco y negro. Yo estaba dispuesta a darlo todo en favor de regresar a los puntos medios como el gris y dejar a un lado sin restarle importancia a los extremos, tan dañinos que son pero que nos recuerdan siempre lo que no debemos llegar a ser.
Quería regresar el color al mundo, las ambivalencias, los acuerdos pues un mundo en blanco y negro era un mundo de extremos y por lo tanto de guerras y aunque yo le declare la guerra al blanco y al negro no quería eliminarlos; mi única intención era humanizarlos recordarles que así como ellos tenían una posición los demás colores y yo el gris teníamos derecho a ser diferentes a estar en el medio a no estar desacuerdo con el uno ni con el otro si no a ser nosotros mismos libres e iguales.
La batalla en realidad fue difícil y lo sigue siendo pues a pesar que los colores volvieron y el mundo aparenta normalidad a veces al blanco y al negro se le olvida que como ellos los demás colores también tienen derechos
Todo perdió color y aunque parezca no tener sentido el blanco y el negro se habían apoderado del mundo de tal manera que todos los colores habían decidido abandonar la tierra y crear un mundo sin blanco ni negro.
Yo por mi parte había decidido con ferviente deseo hacerle la guerra al blanco y al negro y por lo tanto ser gris y aunque mi color favorito siempre fue el azul preferí dejarlo a un lado para que no fuera a ser dañado; pues a pesar de quererlo tanto mi posición política, religiosa, cultural y demás que requieran ponerse de un lado o del otro siempre había sido gris.
Y aunque parecía no haber esperanzas de recuperar en la tierra algún día el color y todo indicaba que estábamos condenados a regresar a los tiempos en que todo era bueno y malo; claro y oscuro, derecho e izquierdo, hombre y mujer, día y noche, blanco y negro. Yo estaba dispuesta a darlo todo en favor de regresar a los puntos medios como el gris y dejar a un lado sin restarle importancia a los extremos, tan dañinos que son pero que nos recuerdan siempre lo que no debemos llegar a ser.
Quería regresar el color al mundo, las ambivalencias, los acuerdos pues un mundo en blanco y negro era un mundo de extremos y por lo tanto de guerras y aunque yo le declare la guerra al blanco y al negro no quería eliminarlos; mi única intención era humanizarlos recordarles que así como ellos tenían una posición los demás colores y yo el gris teníamos derecho a ser diferentes a estar en el medio a no estar desacuerdo con el uno ni con el otro si no a ser nosotros mismos libres e iguales.
La batalla en realidad fue difícil y lo sigue siendo pues a pesar que los colores volvieron y el mundo aparenta normalidad a veces al blanco y al negro se le olvida que como ellos los demás colores también tienen derechos
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