EL ATARDECER DE LOS CALVOS

Caminaba con curiosidad, mi mundo estaba reducido a hombres calvos y yo era la única que tenía cabello; como si ser calvo se hubiera puesto de moda y yo fuera una retrograda detenida en el tiempo.
La distancia curiosamente se había hecho más larga y aunque aparentemente faltaba poco para llegar a la universidad yo no avanzaba y lo único que veía era más y más hombres calvos. Los minutos en que el cielo de verano es el más hermoso de los recuerdos ese azul claroscuro de noches iluminadas habían terminado y al tocar mi cabeza en un instinto natural el miedo se apodero de mi pues al parecer yo ya no era muy distinta a todos los hombres que ese día caminaban a mi lado.
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