viernes, 15 de mayo de 2009

DIA DOS

EL ATARDECER DE LOS CALVOS
Estaba a punto de anochecer; eran las 6 y 30 de la tarde y en el momento preciso en que el azul del cielo es el más hermoso de los colores, en ese punto en que el azul no es claro ni oscuro, donde no es de día ni es de noche yo estaba rodeada de hombres calvos. Pero no eran viejos que con el pasar del tiempo habían perdido su cabello, sino adultos jóvenes que al ver los primeros asomos de la calvicie habían decidido acabar con el mal de raíz.

Caminaba con curiosidad, mi mundo estaba reducido a hombres calvos y yo era la única que tenía cabello; como si ser calvo se hubiera puesto de moda y yo fuera una retrograda detenida en el tiempo.

La distancia curiosamente se había hecho más larga y aunque aparentemente faltaba poco para llegar a la universidad yo no avanzaba y lo único que veía era más y más hombres calvos. Los minutos en que el cielo de verano es el más hermoso de los recuerdos ese azul claroscuro de noches iluminadas habían terminado y al tocar mi cabeza en un instinto natural el miedo se apodero de mi pues al parecer yo ya no era muy distinta a todos los hombres que ese día caminaban a mi lado.

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